jueves, 7 de marzo de 2019

la cigarra y la hormiga



 
La hormiga se pasó todo el verano trabajando, juntaba hojas y ramas para poder pasar el invierno abrigada y sin problemas.
Mientras tanto su amiga y vecina, la cigarra, bajo la sombra de un árbol cantaba al sol, al hermoso aroma de las flores veraniegas, al rocío y al trabajo de las hormigas.
Pero el tiempo pasó y la cigarra sintió los primeros frios que anunciaban el invierno, las hojas de los árboles que la cobijaban se habían secado y las plantas no daban las hermosas flores con su aroma inspirador. Preocupada vio la casa de su vecina hormiga y pensó: allí voy a tener cobijo, y fue a verla.
-        Amiga hormiga, déjame entrar porque tengo frio y hambre.
-        ¿Qué hiciste durante todo el verano? (contestó la hormiga). Holgazaneaste tocando la guitarra mientras yo trabajaba. Ahora afronta las consecuencias.
-        ¡No seas mala!, contestó la cigarra, Yo trabajé todo el verano. ¿Quién te dijo que ser artista es sinónimo de holgazanería? Compuse las mas lindas melodías y poemas para ti. ¿No trabajaste mas alegre acompañada de mi música?¿Acaso no rinde mejor el trabajo cuando se trabaja alegre?
-        La hormiga comprendió su discriminación, la dejó entrar y juntas cantaron todo el invierno, abrigadas, con buena comida y con clases de canto y poesía.

la princesa y el sapo


Había una vez, un esbelto príncipe que por su soberbia fue hechizado y se convirtió en sapo. La bruja que hizo el hechizo lo dijo que la única forma de romperlo era obteniendo el beso de una princesa que de él se enamorara.

El príncipe entristecido paseaba por la laguna pensando: ¿Quién me va a besar si estoy transformado en un sapo feo y viscoso?

Pero un día, después de mucho tiempo, una bella princesa caminaba por la orilla de la laguna juntando flores silvestres. El sapo se arrimó y le habló. ¡La pobre casi se desmaya de un susto! Pero el sapo enseguida le explicó:

-        Princesa, si vos me besaras yo volvería a ser un príncipe.

-        ¿Y yo que gano?, dijo la princesa.

-        Eres una mujer soltera, yo te daría mi amor, muchos hijos y como soy muy rico podría mantenerte sin que te faltara nada.
La princesa lo pensó y dijo: la verdad es que no quiero tener hijos, mantener me puedo mantener sola porque soy una mujer con estudios y no necesito de un hombre que me mantenga, y rica…. Voy a ser mas rica que vos porque tengo un

la bella durmiente

Hace mucho, mucho tiempo; en un reino muy, muy lejano; donde existía la magia, el rey y la reina tuvieron una hija. Todos los súbditos se alegraron mucho y el rey hizo una gran fiesta donde fueron las hadas a darle sus buenos deseos. Pero quiso el destino que el rey se olvidara de invitar a una de ellas quien celosa, se presentó igual y enfurecida le lanzó un hechizo: “antes que cumplas los 16 años te pincharás el dedo con la aguja de una rueca y morirás”.
Las hadas buenas trataron de invertir el hechizo pero solo lograron cambiar la muerte, por el sueño eterno. Sueño que sólo podía ser vencido, por supuesto, por un beso de amor verdadero.
Después de esto, el rey mandó a quemar todas las ruecas y agujas existentes y la niña crecía y se desarrollaba como una chica normal. Tenía muchos amigos en la corte, y también entre los plebeyos. Al padre le preocupaba un poco las malas compañías de una plebeya que era inseparable con su hija, pero no decía nada.
Pero sucedió que caminando por el pueblo, un día antes de cumplir sus 16 una vieja y fea bruja con engaños la llevó a su casa donde tenía una rueca escondida y ¡zas! A dormir eternamente.
El rey con un gran dolor en su corazón la llevó al palacio y escribió a todos los príncipes solteros de los reinos vecinos para que vengan a besar a su hija. Muchos no quisieron ir porque la pobre no era muy agraciada. Otros no se presentaron porque, al haber quemado todas las ruecas hacía 16 años que todos andaban con la misma ropa, así que parecía un reino de pobres y harapientos. De los que se animaron a ir la besaron todos sin éxito. 
Año tras año el rey mandaba a llamar príncipes de reinos cada vez mas lejanos infructuosamente.
La que estaba muy triste era su amiga plebeya quien tuvo que insistir mucho para que el rey, cansado, le permitiera pasar a los aposentos reales para ver a su amiga. Esta entró, se paró junto a su cama y le dijo:
- Princesa: yo juré guardar el secreto pero no puedo cumplir mi promesa. Pienso que es mas importante que despiertes así que voy a romper mi pacto.
Y arrodillándose junto a la cama la besó tiernamente. 
Antes que los guardias la apresaran, la princesa abrió sus ojos y se incorporó. El rey enloqueció. Pensó en mandar a matar a la plebeya, pensó en castigar a su hija. Pensó en acayar a los presentes para que no se supiera. Miró enfurecido a su hija a los ojos… Es amor, pensó.
Fue desde ese momento que el rey adquirió una gran sabiduría, hizo una fogata en la plaza de armas y prendió fuego todas las tontas leyes que prohibían casi todo en su reino e inmediatamente comenzó a legislar una nueva legislación:
- Articulo 1: en este reino no existen nobles ni plebeyos pues todos somos iguales.
- Artículo 2: está prohibido casarse sin amor.
- Artículo 3: quedan terminantemente prohibidas el hambre y la pobreza bajo pena de muerte, si llegara a descubrirse un solo pobre, del rey y los gobernantes.
Prohibió la esclavitud, ganar dinero sin trabajar, y todo lo que haga mal al prójimo. Lo último que prohibió es que en ese lugar existan reyes de allí en mas. Se sacó la corona, agarró una pala y fueron felices y comieron perdices y a mi no me dieron porque no quisieron.