martes, 12 de julio de 2022

LA MUERTE DE JULIÁN

Como todas las tardes, el Club era una romería. Todo el pueblo se reunía después de trabajar para jugar al truco, a las bochas, mirar el partido en la televisión y tomar alguna que otra copa. La gente entraba y salía sin ser notada. Sin embargo, cuando él entró, unos segundos de silencio se hicieron eternos. 15 años había durado su ausencia. 15 años de reclusión en la penitenciaría de Sierra Chica.

Algunos paisanos se acercaron a darle la bienvenida, algunos le convidaron una copa, placer que le había sido vedado por 15 años. Le contaron que su casa natal había sido rematada por la justicia después del incidente de aquella fatídica tarde.

El invierno cierra temprano sus puertas y los parroquianos comenzaron a irse para sus casas. El pobre iba quedando sin saber dónde pasaría la noche. Muchos amigos, pero ¿quién se llevaría a un asesino a sangre fría a pasar la noche con su familia? Así fue que Julio, pidió dos botellas fiadas y lo invitó a su humilde rancho.

Comieron lo que la pobreza le permitió a Julio ofrecer, tomaron unos vinos y Machete, con la boca suelta comenzó a hablar:

Cuando mi padre murió mi madre tuvo que hacerse cargo de mi, y de mis cinco hermanos. Lavaba, planchaba y hacía lo que podía. Hizo lo necesario, hasta esas cosas que la gente considera inmoral. Hombres que abusaban de la infortuna de nuestra familia cambiando la moral de mi madre por unas pocas monedas y luego la condenaban y difamaban.

Desde chico iba al club y escuchaba palabras que no entendía, pero no me gustaban: -envido, falta envido, quiero 33,te gané de mano. La mano que le metí a la madre de Machete…. Y todo el mundo reía… Jugaban a las bochas y el mismo infeliz gritaba: le arrimé el bochín como a la mamá de Machete…. No grités, que no sos Juana……. Y así fui acumulando bronca aunque nunca pretendí venganza.

Pero el destino tiene caminos que son extraños para nosotros y fue esa tarde, la del campeonato de trucos que esperaban a Jacinto, y Jacinto no aparecía. Cuando la gente empezó a preocuparse el comisario lo mandó a buscar. Yo, que estaba acodado al mostrador tomando una gaseosa le dije:

-          “está en su rancho”

-          ¿vos lo viste machete?

-          Vengo de allá

-          ¿y te dijo si se iba a demorar?

-          Cuando llegué se estaba afeitando, lo llamé para no dispararle por la espalda y cuando se dio vuelta lo maté. Ya no podrá más difamar a mi madre.

El comisario sonrió y salió a corroborar lo dicho. Yo terminé mi gaseosa. Nadie me detuvo hasta la vuelta del comisario.

-          ¿sabés que te tengo que llevar preso?

-          Vamos, le dije.

-          Tomate otra gaseosa que yo pago, vas a pasar un tiempo largo sin poder acodarte al estaño.

El comisario se fue, yo terminé mi bebida y me presenté en el destacamento. 15 años han pasado, 15 años.

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